sábado, 19 de marzo de 2011

UNA HISTORIA DE ROMANOS o “PENSABA QUE YA NO VENDRÍAS”

Todo esto ocurre al amanecer en una colina sin nombre. El aire está húmedo y frío y la bruma baja parece salir de debajo de la tierra. Un hombre alto vestido con el uniforme de centurión de las legiones de Roma espera a una mujer cerca de las ruinas de un antiguo templo. Está nervioso, pero intenta disimularlo. Alguien se acerca, pero no es ella, sino un grupo de mercaderes en un carro tirado por bueyes. La coraza del uniforme le presiona el pecho. Las cinchas de la capa le irritan la piel. El casco metálico le aprieta las sienes. Aún así, intenta permanecer firme y erguido, sin perder el porte. El carro se aleja por el camino y se hace el silencio. La mujer aparece a lo lejos, a caballo, vestida con una delicada túnica. A medida que se acerca, su corazón se acelera más y más, y por momentos parece competir con el trote del caballo. El hombre repite la misma frase para sus adentros. "Pensaba que ya no vendrías", "pensaba que ya no vendrías". Y así una y otra vez, como una oración que sirviese para tranquilizarle. La mujer se aproxima y su corazón palpita. Sólo quedan unos segundos y el hombre intenta dominar sus nervios. Sólo hay una cosa que ocupa su pensamiento. "Pensaba que ya no vendrías". La mujer baja del caballo y se acerca. Se miran un instante. Él aguarda. La mujer corre hacia él y le abraza muy fuerte. Las hebillas de la coraza se le clavan en la espalda, pero él no se queja. Se separan y se miran a los ojos, muy de cerca. Ahora sí, el hombre susurra "pensaba que ya no vendrías" y la mujer responde sonriendo "a partir de ahora siempre estaré a tu lado" mientras le mira con los ojos brillantes. Sus caras se acercan. Pasa un instante de silencio. Nunca sintió nada tan desolador como cuando el director dijo "corten".

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