miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL POLO SUR

"Hace tiempo que no escribes", me reprocha. Desde el lugar en el que escribo la comunicación es complicada. No es tan sencillo, querida. No sé siquiera qué escribir, estoy agotado.

Y cuando no sé qué escribir soy peligroso, porque escribo lo primero que me viene a la cabeza. Y ahora, lo primero que me viene a la cabeza es el aula de tercero de básica de mi colegio. Allí había una bola del mundo enorme y polvorienta que chirriaba cuando la hacías girar y un viejo mapamundi amarillento que ocupaba toda la pared. Allí me enseñaron toda ese rollo de los países y las capitales. Suerte que nunca llegué a aprendérmelos bien, porque ahora han cambiado la mayoría. Ni Unión Soviética, ni Yugoslavia, ni las putas Alemania Federal y Democrática.

Como aquella mierda, cuando cambiaron el padrenuestro. Lo cambiaron justo cuando me tocaba hacer la comunión, tócate los cojones. Me lo aprendí de memoria, como un imbécil, y luego el profesor de religión nos dijo que lo habían cambiado. ¿Cómo coño pueden cambiarlo? ¿Eso no está escrito en la Biblia desde hace un millón de años? ¿Cómo pueden cambiar esa mierda ahora?

Los ríos de Europa no han cambiado, que yo sepa, pero tampoco llegué a aprendérmelos nunca. Ni los ríos ni las provincias de España. Las putas provincias de España ¿estás de coña? Parece que estés estudiando para el servicio de Correos o algo así.

Pero un día me explicaron lo de los polos de la Tierra, y eso sí que se me quedó grabado. Resulta que el planeta gira a toda hostia alrededor del Sol, pero también gira a toda hostia sobre su propio eje, como los chutes con efecto de Oliver y Benji.

Resulta que todos estamos girando a toda hostia por el espacio, pero no nos enteramos de nada. Y cuando digo a toda hostia digo a más de cien mil kilómetros por hora. A toda hostia. Mientras estás sentado en el pupitre, escuchando cómo el profesor te revela este misterio incomprensible, tu pupitre viaja disparado a más de cien mil kilómetros por hora, pero tú no te despeinas, tú no notas nada.

El eje de la Tierra pasa por los polos, el norte y el sur. El polo sur está en la Antártida, en medio de la jodida nada. Abajo del todo. Si vas allí y te colocas justo en ese punto, resulta que estás boca abajo girando a toda hostia sobre tu propio eje, como una puta peonza. Pero tú no te enteras de nada. No es que te marees ni sientas nada especial. No percibes nada de toda esa mierda cósmica. Tú no te enteras de nada.

Pero el caso es que sólo puede haber una persona colocada exactamente en esas coordenadas, y eres tú. Estás más al sur que nadie en todo el jodido planeta. Lo más abajo posible. Y camines hacia donde camines, te estarás moviendo hacia el norte.

Pues es desde ahí desde donde escribo, amiguitos. Estoy más abajo que nadie, pero me da igual, porque sé que camine hacia donde camine, sólo puedo ir hacia arriba.