¿Te acuerdas del final de todas aquellas películas que veíamos cuando éramos pequeños? Siempre ocurría lo mismo. Pasa en La Historia Interminable, y pasa también en El Vuelo del Navegante. En realidad también pasa en Alicia en el País de las Maravillas. El protagonista visita un mundo mágico en el que vive mil aventuras y después regresa a la realidad de siempre, solo que ahora su hogar ya no le parece un sitio aburrido y detestable, sino el mejor lugar del mundo. Es el viaje del héroe.
Suele ocurrir que el protagonista empieza el viaje en un momento clave, cuando se siente más infeliz, cuando más harto está de su vida, en medio de una discusión o durante un castigo o en una clase de matemáticas. Su vida es un coñazo y desea morir sólo para no tener que padecer esa mierda, pero en el momento más inesperado viaja sin querer a un universo desconocido, opuesto al suyo, con reglas nuevas: es el lugar que siempre ha deseado habitar, pero allí tendrá que enfrentarse a mil peligros. En el camino hará amigos, que le ayudarán y le acompañarán, y a menudo tendrá que detenerse para ayudarles, pero su objetivo personal, invariablemente, siempre es el mismo: regresar a su hogar.
Maldito el día que deseó marcharse de allí. Maldito él mismo por no haber sabido darse cuenta de lo maravilloso que era todo. Ojalá pudiera ahora volver y abrazar a la gente que más quiere.
Cuando el viaje termina, el héroe vuelve a la realidad, a la suya, restaurada en el mismo momento en que la abandonó, como si nada hubiera ocurrido. Las personas de su entorno continúan como siempre, con sus virtudes y sus defectos, pero él ha cambiado su manera de mirarlos. Despierta de nuevo, en medio de la discusión, pero en lugar de gritar o dar un portazo, sonríe y mira a los ojos a su madre y le dice “te quiero”. Los demás, que son ajenos a su viaje, se sorprenden de su reacción, y aunque todo vuelve a su cauce y las cosas son igual que al comienzo de la historia, el protagonista ya es feliz.
Así quisiera yo terminar la película, maldita sea. Me despertaría de nuevo en medio de aquella discusión, te miraría a los ojos y te diría que te quiero, y tú me mandarías a la mierda y me dirías que soy un hijo de puta y que hay que echarle mucha jeta para venirme con esa mierda a estas alturas. Me mirarías con rabia, sin saber nada de mi viaje ni nada de lo que me ha pasado. Estarías enfadada, y con razón, pero yo seguiría sonriendo, sin decir nada, y en lugar de marcharme y desaparecer para siempre, te abrazaría, y todo volvería a ser perfecto mientras los títulos de crédito se deslizan sobre la pantalla.
1 comentario:
ES PRECIOSO!que guay seria ese final
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